16 agosto 2008

Angustia entre cuatro paredes

Y de repente la habitación se volvió del tamaño de una bóveda inmensa, permitiendo que únicamente el silencio se hiciera parte de semejantes segundos. El día había sido bastante arroyador, las sábanas frías no cobijaban aún su desesperanza. Se sentía tan desolada en la inmensidad de la noche que no alcanzaba a dimensionar las carátulas de los árboles que chocaban contra su ventana.

Desesperada sin saber porqué se hundía cada vez más en su pena acumulada desde hacía tiempo. No derramaba lágrimas quien sabe, quizás para ahorrar agua y con éso evitar la crisis energética de aquel entonces. Vino todo nuevamente a su existencia el día en que alguien amigable le recordó que yacía sola desde sus primeros días de vida. Recordó fisicamente el vacío existente en su pecho, y fué tanta la angustia que las manos le temblaban por completo.

No sé que es lo que se esperaban de aquella niña, en el mundo las cosas eran bastante confusas.

Palabras de arena

El cielo refleja colores que llevo en el alma, saldada de dar tantas vueltas, expuesta a lo arenosa que puede llegar a ser la vida. Las olas llevan el respiro de mi andar frío por las calles de aquella ciudad despierta de amantes que gozan del fin de sus días. Las luces a lo lejos, titilan secretos que no puedo entender, como si se pusieran de acuerdo, junto al compás de las olas y el viento, ensoñada con mi existencia, realmente esperando que muchas cosas dichas se queden en la oscuridad de la noche.

Al igual que ésta escritura, y el murmullo del horizonte quien tiene mi respuesta final.