Algo me dice que volvió la valentía a mí.
No es sencillo retomar ciertas prácticas que das por
olvidadas o perdidas, ya que los años pasan y tu también vas evolucionando;
además de eso, no conoces del todo aún los movimientos del otro bando, y
sientes que sólo será para impresionar, más no para perdurar. Las
conversaciones ya no hablan del clima ni de lo bonito que se ve alguien en la
tele, quizás no han perdido tanto la temática presente, pero sí el contenido
que profundiza cada día más.
Sólo hay algo que me cuesta dejar de observar. Me obsesioné
con la claridad de algunos ojos, pero me empiezo a dar cuenta que eso no cumple
relevancia en esta historia. Comienzo a olvidar ese detalle, más el de sonreír
con la mirada. Quizás si lo haga y yo no lo he visto. Tal vez.
Vuelvo a ser coqueta, vuelvo a ser intrigante, simpática e
interesante. Vuelve mi fuego a encender ciertos trazos de su intuición. Vuelvo
a rondar, a recorrer cada espacio de palabra existente, idea fundada, sonrisa
inminente.
Si en este momento te tuviera frente a mí, me dedicaría a
observarte. Sin moverme demasiado, mirando de soslayo un momento, para luego esperar
algún movimiento evidente. Sin apuro, todas las situaciones no tienen porqué
ser desfavorables. Al contrario, pueden ser interesantes.
Sólo una cosa es clara.
Esto está bordeando la amistad,
ahora sí que es cierto.